Parte I – Neid
Aun me acuerdo del día en el que Mun decidió hacer un acto heroico. ¡Casi muero! No sabía cómo reaccionar y esa estúpida Urita decide hacer eso, ¿Por qué? ¡Neid no valía la pena! Bueno, no para mí, no es nada para mí, desde aquel día en el que decidió acabar con la vida de mi madre.
Por cierto, ¡Hola! te continuare narrando la historia que comencé hace poco. ¿En dónde nos quedamos? Erase una historia de... no, no estábamos ahí, creo que ya habíamos pasado esa parte y les había comentado un poco sobre la situación en la que nos encontrábamos. Les comentaba que el bistec más delicioso que me he comido en toda la vida ha sido el de la señora de la esquina que ahora no sé dónde rayos este, creo que se murió. La verdad no sé, pero juro que ha sido el mejor pedazo de carne que he comido.
En esta historia hace falta alguien importante, Knik. Lo sé, todos tenemos nombres raros, es básicamente como si la mutación hubiese afectado no solo lo visible sino lo escrito y audible. Es una locura toda esta situación, pero este personaje hace gran parte del por qué paso lo que pasó. Knik trabajaba para una de las grandes corporaciones del mundo llamada Google. Todos la conocemos, todos alguna vez usamos su grandioso navegador, sin embargo, cuando la crisis comenzó, Knik entro en pánico y como era, digo era porque ahorita está en una silla de ruedas, siendo cuidado por muchos guardias y tiene una recompensa a su nombre, acceso al pentágono y como si no fuera poco, decidió bombardear Rusia.
¿Les había dicho que Knik era un poco radical? Básicamente él quería ser el que dirigiera los pasos de la humanidad y siendo que nadie se puso de su lado, amenazó con lanzar aquellos misiles nucleares y aun cuando lo hizo, nadie le puso atención. Pobre chico, estaba mal de la cabeza y vivía según él, en un mundo que tenía que cambiar y que él era quien tenía las llaves de ese cambio. ¡Vamos! estoy de acuerdo con ello, pero lanzar misiles nucleares y eliminar la poca cordura que existía en la fase del planeta no era la solución. Fácilmente empeoro mas todo, sin embargo, algo bueno salió de todo eso, creo que, siendo un poco cínico, tenemos una montaña nueva y blanca. ¡Genial!
Algunas cosas no tienen sentido, ¿verdad? bueno, en estas épocas en donde las mascotas se llaman Uritas y comemos lo que encontremos en el piso, incluso llegamos a comernos nuestras propias heces con tal de sobrevivir, nada tiene sentido y lo que menos tiene sentido es el hecho que todos tenemos un nombre raro, vivimos en la oscuridad y en los techos hay lluvia de color rosado atravesando las paredes de tierra. Nunca se ha visto una peor cara de la humanidad. Ni en la magnífica obra de José Saramago, “Un ensayo sobre la ceguera”, se había visto tan deprimente y decadente cara de la humanidad, pero creo que esta, así como algunas otras, nos han estado preparando para asimilar lo que podría ser un apocalipsis de esta magnitud.
Neid es un gran chico, si no se acuerdan de él, es uno de los grandes niños exploradores de la Séptima División de la escuela de los adoradores de Narschi. ¡Ah! se me olvido comentarles acerca de Narschi, les diré un poco acerca de ella o él o eso, bueno lo que sea.
Poco después que los misiles estallaran y todo se fuera para el carajo, la humanidad se reunió en los grandes recintos religiosos con la fe que algún Dios llegase a salvarlos. Creo que muchos sabrán que sucedió ese día, pero para hacer la historia un poco más corta, hubo muchas muertes y cuando Dios no llegó, Narschi apareció.
Narschi es algo raro, digo raro porque es el día en el que no se sabe si es mujer u hombre, por eso líneas atrás les dije que no tenía ni idea de él. Lo único que se sabe es que ese día la raza humana, si es que le podemos decir a toda esta manada de mutaciones y cosas raras en lo que nos convertimos, perdió la fe en Dios; creyó en Narschi, quien salvo a un gran porcentaje empleando sus manos y herramientas comunes.