Neid

Narraré una historia, no será como cualquier otra pues empezaré por lo menos, por decirles que el personaje principal ha muerto, que estamos en época de sequía y que ha sucedido una catástrofe a nivel mundial.

Comenzaré hablando de Neid, un pequeño niño explorador, no, no te sorprendas, no es una historia más en donde el niño es quien salva al mundo, más adelante te enteraras que él ha fallecido y que su paso por esta historia fue muy corto.

Neid era un aguerrido explorador y para un explorador, la época del caos es una tierra de maravillas, en cada esquina había una aventura nueva y otro mundo que explorar. Los días de Neid estaban contados, sin embargo, eso no le quitaba el derecho de divertirse cada segundo como si fuese el último. Tenía una gran imaginación y debido a esto, cualquier cosa que le pasase era solo una excusa para perderse en los abismos de sus grandes laberintos.

Neid pasaba horas y horas deambulando en su pensamiento y cuando despertaba, corría sin parar, corría en búsqueda de alguna aventura más. Lo cierto es que el único que la pasaba bien era él, puesto que en el cielo no se veía luz y el agua era un tesoro que pocos tenían el privilegio de beber. Pero ya te he aburrido con Neid, vamos a dejarlo vivo por ahora, es un gran chico, decirles cómo acaba su aventura podría conllevar a que te aburras aún más así que continuaré esta historia contándoles un poco sobre la sociedad en la que Neid se desenvuelve.

¿Ya les había dicho que estábamos en una época de sequía? Bien, el agua se ha convertido en un tesoro del cual muy pocos pueden disfrutar, afortunadamente hay gente que aún se preocupa por mantener el orden y salvar a la mayoría. Así que se había desarrollado una forma de obtener agua a partir de los gases que emitían las Uritas. ¿Uritas? ¡Ah qué torpe soy! Soy un pésimo narrador, pero voy a hacer el intento de mejorar.

Por dónde empezar... Cuando el mundo se vio envuelto en una constante batalla por la supervivencia, los altos mandos decidieron demostrar quién era el que debería ser el amo y líder supremo de todo el planeta, así como de los recursos que había en él. Ya podrán imaginarse que pasó, pero para hacerles la historia un poco más llevadera, todo se fue para el carajo y bueno, ahora existen las Uritas, que son pequeños seres que sufrieron una mutación genética y básicamente son primo hermano descendiente de las ballenas. Lo sé, es algo muy raro, pero créeme que en esta época las Uritas son lo más normal que existe, a mi Urita le he nombrado, Mun.

Le puse Mun pues tengo recuerdos vagos de cuando tomaba clases de inglés a los 12 años en el instituto de Cambridge y si mal no recuerdo, la luna, aquella roca grande que solía estar encima de nosotros, tenía una traducción con esa fonética en inglés. Ahora es solo otra montaña más en este planeta, el día que la luna cayó creo que fue el día en el que la raza humana quiso unificarse para salir adelante, lo cierto es que ya era muy tarde. ¿Curioso no? Ese día marcó un cambio tan grande que bueno, mi cerebro se quedó con esa palabra.

Mi Urita es genial, si pudiese compararla a lo que teníamos hace 50 años te diría que es lo más parecido a un perro que existe actualmente. Los perros fueron víctimas de la supervivencia humana y bueno creo que los chinos ya estaban preparados para ello, Debo decir que el mejor bistec que me he comido ha sido en la esquina donde se ponía esa pequeña viejecita. Hasta el momento no tengo idea alguna con qué tipo de carne preparaba sus comidas, pero infiriendo en que ya no había vacas y conseguir algo diferente a un perro era tan difícil como pagar por dos gotas de agua, puedo tranquilamente decir que he comido carne de perro.

Ahora que lo pienso, no la he vuelto a ver, es difícil ver en estos momentos cuando todo está oscuro y la poca luz que se consigue es escasa.

Por ahora debo ir a alimentar a Mun, es un trabajo bastante difícil, pero a la vez es algo que me saca de la monotonía.